Fernando Marcet Manrique
¿Hasta qué punto las épocas y los lugares marcan el carácter de los individuos? ¿Qué tienen en común dos personas que nacieran en Madrid hacia el año 1950? Yo creo que mucho. O al menos bastante.
Los que nacimos en la España del 75, y más concretamente en estas islitas al oeste de África, vinimos al mundo en un contexto muy determinado que no pudo sino traducirse en que actualmente, cuando estamos empezando a cortar el bacalao, tengamos una mentalidad más o menos similar respecto a una amplia variedad de temas. Al menos es lo que a mí me parece.
Lo hablaba el otro día con un amigo. Yo pasé mis primeros ocho años de vida en Las Palmas, barrio de Schamán. Fui al colegio Reyes Católicos, donde viví situaciones tales como que la profesora nos pusiera a toda la clase cinta celo en la boca para que no habláramos, o que nos diera con la regla en el culo veinte veces mientras nos apoyábamos en sus rodillas. Episodios impensables hoy en día.
Era la democracia, pero todavía con regusto a franquismo. Nacimos entre dos aguas, entre la disciplina férrea de antes y las amplias libertades que empezaban a respirarse. Nuestros padres pertenecen a esa generación de niños nacidos en pleno régimen, que no vivieron la guerra en primera persona, pero que la sufrieron en cierto modo a través de sus padres y de un sistema muchas veces asfixiante. La de nuestros abuelos fue la generación de la rabia, el estallido de odios acumulados. La de nuestros padres fue la del miedo, miedo transmitido por sus padres, miedo a que aquella terrible masacre pudiera repetirse algún día. El triunfo de la UCD, el centro, fue más que significativo, en ese sentido. Ni derecha, ni izquierda, vamos a votar todos al centro, no vayamos a armarla otra vez.
A nosotros todavía nos llegó algo de ese miedo, lo palpamos en nuestras propias carnes. Los que vinieron diez o veinte años después ya no. ésos ni siquiera recuerdan que una vez hubo una guerra. El único sentido de la disciplina que tienen es el que se marcan a ellos mismos. La única autoridad que reconocen es la del horario de televisión. Y así les va a sus profesores, y a los que en general tenemos que lidiar con ellos en multitud de situaciones. En cierto modo, su forma de ser se parece más a la de las generaciones de jóvenes estadounidenses, ésos que jamás tuvieron abuelos que sufrieran bombardeos en sus propias casas, que a lo que nosotros éramos a su edad.
Ahora trabajo en una biblioteca. Yo recuerdo que cuando una persona mayor me llamaba la atención, a mí se me caía el alma al suelo. Aguantaba el rapapolvo como mejor podía con la cabeza gacha y ni se me ocurría replicar. Hoy no es así. Tú le llamas la atención a un chaval y te contesta todo indignado, como si no tuvieras ningún derecho a hablarle así. Oye, que estás en una biblioteca, aquí se viene a leer y la gente necesita silencio. Nones. Les tienes que amenazar con llamar a la policía, y aun así se muestran reticentes. Y no hablo del típico gamberrillo que ha existido siempre, sino de una cosa bastante generalizada.
Lo comentaba precisamente con mi amigo (él también trabaja con niños), que esto es como la marea, que sube y baja. También en el 36 se vivió un momento de máxima libertad en España. No creo que la cosa sea del todo comparable, ni quiero decir con ello que vaya a haber una guerra ahora, pero cuando las cosas se escapan un poco a todo control, la gente se suele refugiar en el conservadurismo radical. Pasó en aquella España, está pasando en Estados Unidos, y pasará otra vez aquí, como en toda Europa. Los bisnietos de la guerra la van a armar. En una época donde las libertades individuales no tienen ninguna contraprestación en forma de obligaciones sólo pueden criarse individuos prepotentes, reyezuelos de tres a un duro. Reyezuelos que acabarán enfrentados los unos con los otros de la peor manera, porque serán incapaces de tener la humildad suficiente para reconocer en el otro algo de razón.
Natalia Jiménez
13:19 | 30 Octubre 2006 | Permalink
Estoy de acuerdo contigo en el panorama que presentas, pero los reyes no pueden serlo si no tienen súbditos. ¿No será que nosotros nos hemos rendido y no ejercemos nuestra autoridad? ¿No puedes echar de la biblioteca a los escandalosos? ¿No será que los padres se rinden al primer llanto y se inclinan como súbditos antes sus vástagos?
Es difícil y pesado pelearse con los niños, pero es la única manera de que acepten reglas. Por eso los maestros parecen siempre cabreados. Ellos, en general, si saben que se tienen que pelear con los niños revoltosos por el bien de la clase.
EL GRILLO
13:55 | 30 Octubre 2006 | Permalink
PARA MI LA EDUCACION DEL NIÑO HASTA QUE TENGA LOS 18 AÑOS DEBE DE SER DE LOS PADRES, A LA ESCUELA E INSTITUTOS SIRVEN PARA ORIENTARLOS NADA MAS PERO LA VERDADERA EDUCACION ESTA EN LOS HOGARES, ES DECIR, LA CULPA ES DE LOS PADRES QUE NO SABEN O NO QUIEREN EDUCAR SINO QUE SE LOS EDUQUEN OTROS Y ESO NO PUEDE SER, PONGAMOS UN EJEMPLO, UNA CLASE CUALQUIERA EN MITAD SUENA UN MOVIL Y ROMPE EL HILO DE LA LECCION QUE ESTABA DANDO EL PROFE, Y QUE SORPRESA ES LA MADRE O PADRE O NOVIA PARA PREGUNTARLE NO SE QUE, TU COMO PROFESOR LO PONES FUERA DE LA CLASE Y VIENE EL PADRE Y TE PEGA, TE INSULTA, Y A LO MEJOR HAY QUE LLEVAR AL NIÑO AL SICOLOGO, ¿USTEDES CREEN QUE ESO ES EDUCACION ? AHORA SI SE LE EXIGIERA AL PADRE UN DINERO, QUE ES LO QUE DUELE, UN DINERO POR CADA INFRACCION QUE SU HIJO HICIERA EN EL COLE O INSTI YA VERIAMOS QUE CAMBIO EN LA EDUCACION, POR EJEMPLO.
chino cudeiro
16:11 | 30 Octubre 2006 | Permalink
Lo que pasa con esto es que fuimos contaminados por la ñoñería Disney. Nos tragamos todo ese rollo de que los niños eran pura inocencia, almas cándidas que no había que disgustar bajo ningún concepto. Vivir en sociedad exige una enseñanza y un aprendizaje. Un aprendizaje que a veces debe ser duro, o al menos firme. No cabe en cabeza humana dejar que los niños se conviertan en dueños y señores de sus padres, porque las consecuencias de eso son imprevisibles.
C. Miguel
18:33 | 30 Octubre 2006 | Permalink
Como dice el dicho “la educación se mama” y es justo en este hecho donde el problema comienza. De este alimento (educación) no se les alimenta en cantidad suficiente ni correctamente a los niños. Sí se les alimenta desmesuradamente con otros alimentos como: la codicia, la avaricia, desconsideración, prepotencia, con un Sí a todo permanentemente.
Tal vez al gran problema de esta última generación esté en la ausencia de modelos cercanos en los que reflejarse y a los que referirse. Hoy en día es evidente el desconocimiento entre padres e hijos, simplemente por una falta de vivencias comunes: no comen juntos, no tienen los mismos horarios, y apenas se ven algunas horas en la semana. Además la necesidad consumista que se ha creado (a tu generación, Marcet) hace que los padres tengan que dedicar el noventa por ciento de su tiempo a conseguir suficiente dinero, sin plantearnos si podríamos tener un buen nivel de vida con menos. Todo ello provoca un sentimiento de culpabilidad y auto justificación en los padres que, para paliarlo, se traduce en proporcionar cada vez más caprichos-posesiones a los hijos, que no es ni mucho menos satisfacer sus necesidades. Por tanto la fuente básica de educación que tenemos las personas (y todos los animales en general) ha desaparecido. Y ha sido sustituida por medios como pueden ser la TV, videoconsolas etc. sin ningún criterio de selección y en tanta abundancia, que abotargan e insensibilizan.
Estoy de acuerdo en que esta situación cuando ya no pueda ser controlable va a abocarnos a un conservadurismo radical, porque lo que no somos capaces de hacer, como es educar en valores, va a ser sustituido por unas leyes que nos controlen cada vez más, y perderemos la libertad que tanto nos ha costado conseguir.
La solución a todo esto tal vez sea reconsiderar lo que estamos haciendo a nuestros hijos y poner en una balanza bienestar económico ( exagerado) o bienestar social (valores).
chapapote
18:47 | 30 Octubre 2006 | Permalink
Ya estamos con el rollo de siempre. Si a un joven le da por poner cinta de celo en la boca de su profesor o por darle un guantazo, que a nadie extrañaría demasiado hoy, es por culpa del sistema, de la televisión y del consumismo. O sea, que la culpa de todo la tiene el sistema y los individuos son tan pura inocencia como esa a la que se refiere chino cudeiro de las películas de Disney.
Hay jóvenes que se aprovechan de la pedagogía pogre que implantó la LOGSE, que abominaba de la disciplina y del esfuerzo personal, para hacer el salvaje cuanto les viene en gana. Sin embargo, hay otros muchos, la mayoría, que pese a vivir en el mismo sistema, ver la misma televisión y consumir parecidos productos, que se comportan con educación y respeto. Así que, por la misma regla de tres, deberíamos decir que el famoso sistema, la televisión y el consumismo son los responsables de que esos jóvenes se comporten tan educadamente. Y sería una gilipollez achacar al sistema lo que no es más que el producto de la educación que les han proporcionado sus padres. En resumen, que ya es hora de que asumamos la responsabilidad individuos en lugar de estarle echando la culpa por todo lo que hacen mal a un sistema que de tan manido ya no se sabe ni lo que es.
Miguel H.
19:16 | 30 Octubre 2006 | Permalink
Estando de acuerdo con chapapote, no he visto, sin embargo, ni un sólo párrafo en el artículo o en los posteriores comentarios que de pie a lo que dice. El único momento en el que se habla de “sistema” es aquí:
“…la sufrieron en cierto modo a través de sus padres y de un sistema muchas veces asfixiante.”
Refiriéndose con ello al régimen franquista. En dicho régimen, en mi opinión, sí cabría hablar de un sistema contra el que mucho no se puede hacer, pues las libertades individuales quedan bastante cercenadas y por tanto la posibilidad de que los individuos sean responsables es menor.
Pero luego, en ningún momento se habla de un “sistema” abstracto, como una especie de gran hermano contra el que nada se puede hacer. Precisamente lo que hace el artículo es, en mi opinión, dar un toque de atención para que hagamos algo.
Y tanto Natalia, como el grillo, como el chino, como C. Miguel, ponen énfasis en situaciones de tipo práctico, sin hablar en ningún momento de un “sistema”, como el que chapapote sugiere.
chapapote
19:23 | 30 Octubre 2006 | Permalink
No me refería al artículo, sino al comentario anterior la mío, al que firma C. Miguel. Entiendo la confusión, porque es verdad en el artículo no hay nada que dé pie a lo que digo.