Jorge Marsá
El puritanismo se asoció siempre con personas de talante reaccionario y retrógrado. Sin embargo, hace ya un tiempo que los puritanos de izquierdas reclaman un puesto de vanguardia en el combate para erradicar las prácticas “contra la moralidad”. Lo curioso es que parece que los de ahora y los de otrora coinciden en los manjares que mayor disfrute proporcionan a sus no muy finos paladares: la prostitución y la pornografía. Siempre obsesionados con el sexo.
A las putas se las persigue, faltaría más, por su bien. Antes, para librarlas del pecado que las condenaba, y en defensa de no se sabe muy bien qué visión de la decencia pública. Ahora, se estigmatiza a las putas de forma más radical, por su condición de mujeres: sostienen los nuevos puritanos que su trabajo es “una actividad indigna y degradante para las mujeres”. Así que, liderados por el gubernamental Instituto de la Mujer, se proponen estos nuevos cruzados de la moral lo mismo que los antiguos: prohibir la prostitución. Y es que no conciben, hoy como ayer, que la libertad de las personas pueda anteponerse en el espacio público a su muy estrecha moralidad.
Y en la cruzada por la salvación de las mujeres, también de sí mismas, no pueden por menos que ignorar un aspecto de la realidad que deja al descubierto el desatino de su intento de regeneración moral: que es creciente el número de mujeres acomodadas que recurren a la prostitución masculina. Porque de tenerlo en cuenta, se pondría de relieve que poco tiene que ver la persecución con la dignidad de las mujeres, que la cuestión sigue siendo la misma que antaño: que les parece inmoral que dos personas libres intercambien favores sexuales por dinero, que les parece tan indigna y denigrante como a las viejas beatas esa forma de practicar el sexo.
Pero cuando la obsesión apretaba… siempre surgía, junto a las beatas, algún cura o estirado burgués dispuesto a colaborar en la estimulante tarea de dar rienda suelta a la indignación. Como hacía el sábado Andrés Trapiello en su columna en el Magazine: “Doscientas organizaciones feministas han pedido a los periódicos la supresión de las páginas llamadas de contactos, y los periódicos han dado la callada por respuesta”. Pues sí, indignado estaba el hombre con que los diarios se hubieran negado a secundar la persecución contra las putas y el intento de hacerles el trabajo imposible en tanto no llega la prohibición.
Claro que si pecado es practicar el sexo de forma inconveniente, no lo es menos mostrar imágenes de tan denigrante actividad. Razón por la cual la pornografía les resulta intolerable. Y el sábado nos informaba El País de que los nuevos puritanos se han ido, en corto y por derecho, a por una de sus más señaladas manifestaciones en nuestro país, a por el Festival de Cine Erótico de Barcelona. Y como tampoco pueden prohibirlo, se han limitado a lo que se hacía en los viejos tiempos, a echarles de la ciudad:
Romà Gubern, intelectual pionero en el estudio de la pornografía y miembro del jurado del festival, considera que la decisión es jurídicamente inatacable, pero penosa en términos morales: “Nos hace retroceder al puritanismo de la era Reagan. La legalización de la pornografía es una conquista que se da en Occidente entre los años setenta y ochenta del siglo pasado. En el siglo XIX, era un lujo elitista y aristocrático. Con la cultura de masas, los ricos perdieron ese privilegio. Ahora que estaba democratizada, algunos se empreñan en volver atrás”.
Pero es, otra vez, por el bien de la mujer: “El Ayuntamiento dice que el festival trata a la mujer como un objeto sexual” (de nuevo resultaría inconveniente referirse a cómo trata al varón, y al también creciente consumo de pornografía por parte de las mujeres), y el “pleno municipal aprobó el jueves no renovar el contrato con los organizadores en 2008”. Y no hablamos de un pequeño ayuntamiento sin importancia, porque Hospitalet tiene cerca de 300.000 habitantes. Y su gobierno de izquierdas. Y su alcalde socialista: Celestino Corbacho Chaves, concejal desde 1983, alcalde durante los últimos doce años y actual presidente de la Diputación de Barcelona en sustitución de José Montilla.
Pero es el caso que lo que fue bien considerado durante nueve ediciones, el festival, se ha convertido en un serio problema desde que se aposentaron en el Gobierno de la nación las puritanas feministas del PSOE. En fin, que en algunas cosas no parece haber tanta diferencia entre el puritanismo de la era Reagan y el de la era Zapatero. Aunque unos se dediquen a perseguir a las putas y a defendernos de la pornografía por reaccionarios y los otros, por progresistas.
Carmen
8:44 | 30 Octubre 2006 | Permalink
Sería mucho pedir que Marsá dejara de perseguir a las feministas, porque además negar que la prostitución envilece a la mujer y que las imágenes de la mujer que saca la pornografía también la envilecen me parece del género bobo o del machista. No le podrían recomendar en laopinióndelanzarote.com que dejara de escribir impertinencias sobre las mujeres que luchan por sus derechos.
Jorge Marsá
9:58 | 30 Octubre 2006 | Permalink
Por lo que veo, Carmen, debe tener usted la representación de “las mujeres que luchan por sus derechos”, de las feministas en general. Perdone que no se lo reconozca. Y que le diga que yo me siento mucho más próximo al colectivo denominado “Las otras feministas” que preside, si no me equivoco, Empar Pineda, y que se ha pronunciado en varias ocasiones, y de forma inequívoca, contra la persecución de la prostitución emprendida por las he llamado en el artículo “las puritanas feministas del PSOE”, y lo he hecho pese a ser consciente de la inexactitud, pues feministas puritanas las hay también fuera de ese partido, y unas cuantas.
Situese usted donde mejor le plazca, que en mi caso es junto a “las otras feministas” que considero más ilustradas, más respetuosas con las libertades individuales y, desde luego, mucho menos puritanas. De todas formas, y hablando de libertades, se le adivina a usted donde se sentiría más cómoda: me refiero a su “sutil” recomendación de que alguien se encargara de “que dejara de escribir impertinencias”. Lamentándolo mucho, le comunico mi intención de seguir con la tarea.
Un cordial saludo,
Jorge Marsá
Fumando espera
10:48 | 30 Octubre 2006 | Permalink
No veo yo persecución de Jorge Marsá a las feministas. Veo, por contra, discrepancia argumentada con algunas de sus actuaciones públicas. Esta es una y muy bien argumentada bajo mi prisma.
Es que todo el mundo tiene que pensar lo mismo de las cuatro progradas bobaliconas que propagan ZP y acólitos.
Tan libertaria eres, Carmen, que quieres cortarle las alas al pensamiento crítico con el tuyo.
una mas
12:17 | 30 Octubre 2006 | Permalink
He visto muchas veces a Marsá meterse con las feministas igual que ahora, pero nunca con los machistas (eso debe molestarle menos)
Dolores Fajardo
12:58 | 30 Octubre 2006 | Permalink
Todos nos prostituimos cuando trabajamos por cuenta ajena y nos vemos en la obligación de hacerle la pelota al jefe o contentar a los clientes. Pero eso no nos hace estar socialmente mal vistos. Nuestra aceptación social depende de lo que nos paguen por ello.
La prostitución si fuera legal, dejaría libertad a los ciudadanos mayores de edad para elegirla o no. La escogerá el que tenga cuerpo y ganas de dinero fácil, teniendo en cuenta que socialmente no esta muy bien visto, pero puede estar muy bien remunerado.
C. Miguel
13:24 | 30 Octubre 2006 | Permalink
No sé yo si la cuestión de la prostitucion (femenina o masculina) está en la moralidad o amoralidad de la misma, me da a mí que la pregunta que habría que hacerse es el porqué. Porqué existe la prostitución. Tal vez la pobreza de quien la practica, su falta de preparación para realizar otro tipo de trabajo, tal vez sea la codicia de poseer ciertos elementos de lujo que le ofrece la sociedad de consumo y que de otra manera no podría conseguirlo. Hay un tercer motivo del que se habla muy poco y es el “simple” hecho de querer serlo. Personas que no siendo pobres y teniendo la posibilidad de realizar otro trabajo, prefieren ser putas porque les gusta serlo (no sé si ocurre lo mismo con los putos), el hecho de recibir dinero por practicar el sexo, les pone. No se si existe lo contrario, si el pagar les pueda poner, supongo que si. En cualquier caso es un acto personal y libre que pertenece a la privacidad del individuo.
Cualquier gobierno, tiene o debería tener, la obligación de ayudar a aquellas personas que ejercen la prostitución por motivos de pobreza, (como también a cualquier pobre) bien formándolas para que puedan ejercer otra profesión o facilitándoles el ejercicio de la misma (como a cualquier otra profesión) en las mejores condiciones laborales e higiénicas. Las putas o putos, son ciudadanos trabajadores, por lo tanto deben de tener derechos y obligaciones. Es decir seguridad social, desempleo, etc. y pagar sus impuestos como cualquiera. Y las/los que practiquen el mercado negro, deben ser perseguidos por la justicia como cualquiera que cometa una ilegalidad.
El “placer extra” es un lujo que hay que pagar, ver una película en el mejor cine, leer un libro caro, poseer el mejor coche o una obra de arte etc. etc. o fo… a una tía/o muy buena/o, o como la/lo prefiera, tienes que pagarlo, por lo tanto es un negocio y por ese mismo hecho debe ser legal.
Por otra parte, la prohibición del Festival de Cine Erótico de Barcelona, me parece un hecho deplorable y antidemocrático, además, desde mi punto de vista ilegal, porque es una industria que paga sus impuestos, y tienen sus permisos para existir como tales empresas. Es algo así, como si prohibieran la feria de arte de Madrid, ARCO, o la feria del automóvil de Frankfurt, por la simple razón de que hay un grupo de personas que no les gusta el arte o los coches. Y en estos casos si que cabría hablar de moralidad si miramos a los millones de personas en el mundo que no tienen cubiertas sus primeras necesidades.
Dolores
16:14 | 30 Octubre 2006 | Permalink
Me gustaría saber qué escribiría Marsá si se viera obligado a ejercer la prostitución como les pasa a muchas mujeres, seguro que entonces escribiría algo distinto, y comprendería lo que ahora no entiende.
Miguel H.
16:51 | 30 Octubre 2006 | Permalink
Con el sexo topamos. El tabú por excelencia de la cultura occidental. Y de muchas otras, como no.
Les recomendaría la lectura de un libro llamado “la isla de las tres sirenas”, de Irving Wallace. En él se narra la historia de unos etnólogos europeos que llegan a una isla polinésica, donde existe un grupo de personas que ha vivido aislado del resto del mundo. Lo que más llama la atención a los etnólogos es lo natural que para estas personas resulta cualquier tipo de relación sexual. De hecho, uno de los centros principales del poblado lo constituye una casa comunal en la que las mujeres ofrecen sus servicios a cualquier hombre del poblado que vaya a visitarlas. Aunque el primer mandamiento de un antropólogo es no establecer juicios morales respecto a las sociedades que estudian, estos europeos no pueden evitar sentirse asqueados por todo aquello, aunque con el paso del tiempo van descubriendo que la “asquerosidad” reside sólo en sus propias cabezas, completamente empapadas por la religión cristiana, en la que todo lo que tiene que ver con el sexo se sataniza y vilipendia.
A mí, por ejemplo, me parece más denigrante para una mujer que para sobrevivir tenga que pasarse el día limpiando la basura de las casas de los ricos. Y sin embargo no hay muchas feministas que protesten por esto, a pesar de que no existan prácticamente hombres que hagan esta tarea.
El problema en todo este asunto reside en la percepción que casi todos seguimos teniendo del sexo. Por muy laicos que nos creamos nadie puede borrarnos de golpe un montón de siglos de tabúes y represiones. En este trabajo lo que existe es mucha mafia y mucha explotación, sobretodo gracias a la doble moral de nuestra sociedad, que permite la prostitución, pero odia hablar de ella… y es eso lo que habría que combatir.
qwerty
20:49 | 30 Octubre 2006 | Permalink
Yo estoy de acuerdo con las feministas que dicen que las prostitutas no lo hacen porque quieren, que si tuvieran otro trabajo decente dejarían la prostitución. El problema es que hay un montón de trabajos en los que pasa lo mismo y que la gente dejaría si pudiera, como por ejemplo las asistentas que dice Miguel H., y no creo que nadie sea camarero, barrendero y otros muchos trabajos porque sea lo que le gusta hacer.
Jordi
18:44 | 17 Diciembre 2006 | Permalink
No creo que me quede nada más que añadir, estoy totalmente de acuerdo con los comentarios de C. Mihuel y Miguel H.
Únicamente añadiría que, a la hora de hablar de la prostitución, se preguntase a las personas (hombres y mujeres) que la ejercen, acerca de su voluntad o falta de ella a la hora de tomar la decisión de ejercerla. Porque nos es muy fácil opinar desde fuera sin conocer las verdaderas circunstancias.