Lunes, 27 de Noviembre de 2006

Modelos económicos

Jorge Marsá

Ayer se publicó en El País una entrevista con Ángel Gurría, secretario general de la OCDE, en la que contestaba concisamente a una pregunta sobre los distintos modelos económicos: “¿Más protección o más liberalización?”. Esta era su respuesta:

No hay un solo modelo. El modelo norteamericano es ligero en impuestos, en protección, en derechos y obligaciones, y muy flexible, muy ágil. Y el diagnostico es que funciona. En el otro extremo está el modelo nórdico: pesado en impuestos, en obligaciones, en protección; carísimo desde el punto de vista fiscal. ¿Y que pasa? Funciona. ¿Por qué? Porque el mercado de productos, bienes y servicios es tan extraordinariamente libre que compensa las rigideces del mercado laboral. Hay distintas formas de abordar el tema del empleo y el bienestar, siempre y cuando, además de un buen diseño haya una buena ejecución y un consenso muy amplio entre la población de que ese es el modelo correcto.

Y tiene razón. En Europa hemos asistido en los últimos años a dos éxitos económicos muy reseñables: uno, el de Irlanda, se ha logrado con una receta típicamente neoliberal; el otro, el de Finlandia, siguiendo el modelo nórdico. Si a la marcha de la economía nos ceñimos, los dos funcionan, que diría Gurría, si nos preocupamos del bienestar de todos, es decir, de la desigualdad, parece claro que uno funciona mejor que otro.

¿Cuál es el modelo español? El sábado nos lo aclaraba el mismo periódico: “La presión fiscal en España asciende al 35,6% del PIB”. Cinco puntos mayor que la de Irlanda, pero diez menor que la de Finlandia, catorce por debajo de la de Dinamarca y quince de la de Suecia. En el mundo de hoy, como en el de ayer, el único camino practicable para reducir la desigualdad pasa por la redistribución de la riqueza, y no hay político nórdico al que se le pudiera ocurrir decir que “bajar los impuestos es de izquierdas”.