Josechu Pérez Niz
El dimismo, como el franquismo, tiene dos salidas. O romper con él, por lo sano, o transicionarlo. Nos ha calado hasta los huesos el dimismo, ¿o será el lanzaroteñismo el que nos tiene caladísimos? Tanto monta, oiga, porque quien ha comprendido a la sociedad de Lanzarote, y bien, es Dimas. Y el que la ha modelado o templado y el que la ha ajustado a su medida.
Así las cosas, resulta normal que los poderes fácticos de la isla y la lógica interna que los ha movido hayan girado alrededor del dimismo. No lo ajustaron, no lo condicionaron a él. Él los ajustó a todos. Y desde entonces, desde su irrupción y pleno liderazgo insular, desde la adaptación generalizada al modus operandi del dimismo, Lanzarote no ha hecho otra cosa que perder: perder el tren, perder avances, perder madurez, perder oportunidades. Y su sino, el del precursor del dimismo, ha ido aparejado al nuestro. Ante la pérdida tan absoluta de posiciones siempre estamos saltando un pasito por delante hacia la enésima salida desesperada que, también siempre, conduce al mismo sitio: a estar más retrasados, a perder más oportunidades, madurez, avances y el tren, el jodido tren, cada vez más lejos… Lejísimos. Bemoles que tiene la cosa.
Así las cosas, resulta completamente lógico que este barco no tenga ni pajorera idea del lugar al que se dirige y que los múltiples inventos que se nos plantean ni convienen ni encajan. Normal pues que usted y yo, en frío y trabajando algo el coco, nos preguntemos, ¿pero dónde estoy metido, qué es esto, qué clase de paranoia colectiva se apropia de nosotros? Cierto es que lo peor de un barco a la deriva proviene de una desorganizada dirección para salir del atolladero, de una suma de compartimentos estancos que tiran cada uno por su lado sin tener en cuenta el todo y que la tripulación, la inocente, sólo ofrezca palos de ciego y berrinches en los compás de espera con mal ron y peor cerveza mediantes.
Así las cosas, en mi opinión, resulta compleja tarea la de romper con el dimismo. ¿Practicadores del dimismo rompiendo por lo sano con el fenómeno social que los ha guiado en sus vidas? Difícil y estéril, porque en la calentura, en la rabieta, en el éste no soy yo, fácil es reconocerse impoluto, pero en frío, muy en frío, sabemos, nos consta, que tanto retraso se debe en buena parte a nuestras pequeñas, medianas o grandes dosis de dimismo. Las que hemos practicado y las que seguirán practicándose.
Así las cosas, pienso que sólo queda transicionar al dimismo. Observando los mimbres, manifiesto mi absoluta creencia de que conllevará múltiples esfuerzos y que el camino, de emprenderse, será largo. Una pequeña parada, una mirada serena y reflexiva, al tiempo que vayamos descargando la de kilos que cargamos de victimismo, localismo interesado y variadas modalidades de la baja volada conejera y, así, quizá bien que podría transicionarse al dimismo.
Buff, demasiado lío para hacer todo al mismo tiempo. Empiezo por pararme y voy a echarme una mirada. A ver.
raquel
9:30 | 29 Junio 2006 | Permalink
Me parece perfecto lo de la transición, y que se haga con cariño y con respeto, porque Dimas ha sido una laboriosa construcción que la sociedad conejera ha levantado con esfuerzo y dedicación durante más de veinte años, no es cuestión de ignorar o despreciar un hecho tan significativo de nuestro pasado. Cuidemos el pasado, porque en este caso parece que, afortunadamente, estamos ya hablando de pasado.
Lea
12:09 | 29 Junio 2006 | Permalink
El Dimismo no es el mal que asola la Isla. La justicia va colocando al Sr. Martín donde le corresponde en lo que concierne a las irregularidades en su gestión. Muchos, como él, igual de perversos, andan fuera. No se lucha contra el Dimismo, sino contra las malas prácticas, la golfería, la prevaricación y el resto de males que ensombrecen nuestra vida. Lo paradójico es que hay muchos, deseosos de mover las sillas, no por un interés en cambiar las cosas, sino por alcanzar iguales oportunidades de medrar y enriquecerse.
Estimado Josechu, pasa página y concentrate en el mal general y no publicites a este particular Robin Hood, porque lograrás el efecto contrario.
Plácido
11:46 | 2 Julio 2006 | Permalink
Quizás hablando de dimismo, como periodo personalista y aparentemente cerrado, nos olvidemos de que Dimas solo fue un inteligente pragmático capaz y dispuesto a llevar hasta las últimas consecuencias las posibilidades que Lanzarote le ofrecía.
Hubo un personaje, pero sobre todo hubo un entorno, sin el cual hubieran sido imposible las práticas de éste… y yo me pregunto, ¿habrá cambiado tanto el entorno como para que la historia, con otro pragmático habilidoso, no se repita?
Me parece más clarificadora y útil esa otra expresión usada en el texto: la a estas alturas famosa baja volada conejera.