Fernando Marcet Manrique
Lanzatopía es una isla situada en algún lugar inconcreto del océano. En realidad poco importa su ubicación exacta, porque las coordenadas no son más que eso, unos números humanos. Números fabricados por cartógrafos, mecanógrafos, y otros tantos grafos más para que sus barcos no se pierdan. Pues hemos de recordar que nada teme tanto un grafo como la pérdida. Su pérdida, la pérdida de lo que tiene, la pérdida de lo que no tiene. Nosotros no somos barcos ni somos grafos, así que no hablaremos de coordenadas ni de ordenadas. Sólo hablaremos de Lanzatopía.
Muchos dicen que Lanzatopía no existe, muchos dicen que jamás existió, que jamás existirá. Pero yo sé que se engañan. Y lo sé porque estuve allí. No mucho tiempo, es verdad, pero sí el suficiente como para que su recuerdo permanezca en mi memoria hasta el mismo día que me lo lleve a la tumba (perdón por el dramatismo).
Por ahí hay algunos que también saben que Lanzatopía existe, tal vez también estuvieran allí. Pero no se atreven a decirlo, no vayan a llamarles optimistas o algún ista peor que ése. No es que yo vaya a recriminar esas actitudes. La cautela es cosa de hombres sabios. Y también es de hombres sabios preferir el silencio a la palabra conflictiva.
Lo que pasa es que yo no soy sabio. No lo soy, jamás lo he sido, aunque alguna vez lo pretendí. Así que no puedo dejar de hablar de Lanzatopía, por mucho que la prudencia me conmine a callar.
En Lanzatopía las gentes tienen muchas virtudes. No vayan a pensar que no discuten, no vayan a pensar que no lloran, porque no es eso. Los lanzatopeños saben que la felicidad no consiste en ser felices, sino sólo en tratar de serlo. Eso es lo más extraordinario que tienen. Saben que jamás llegarán a ser plenamente felices, pues la felicidad absoluta es cosa propia de los cuerpos muertos, no de los vivos. Pero, aun sabiendo esto muy bien, hacen como si no fuera con ellos la cosa. Porque la resignación es cosa propia de los cuerpos muertos, no de los vivos. ¿Y cómo hacen los de Lanzatopía para aunar estos dos conceptos aparentemente incompatibles? Pues de una forma bastante curiosa. Ya digo que estas gentes de Lanzatopía son realmente extraordinarias. Para buscar esa felicidad que jamás alcanzarán simplemente se dedican a vivir. Bueno, eso lo hacemos todos, dirán ustedes. Vaya una cosa, vivir. Pero es que los lanzatopeños cuando viven, viven de verdad. Todos sus actos, todas sus empresas, todos sus ayuntamientos, todas sus concejalías, todos sus organismos y estamentos públicos, privados, arrendados, todos sus campos, todas sus construcciones, todos sus molinos de viento, todos sus aeropuertos, sus bicis, sus coches, sus taxis, sus discursos, todos sus trajes, sus corbatas, sus pendientes, sus fiestas, todas sus comidas, sus elecciones, sus estatutos, sus televisiones, sus radios, sus periódicos, todo, todo, está concebido con un solo propósito. Vivir. No para vivir luego, ni para vivir pasado mañana. No para que vivan sus hijos, ni para que vivan sus nietos. Para vivir bien, pero no necesariamente, para vivir mucho, pero no es que sea imprescindible. De lo que se trata es de vivir. Vivir ellos y vivir ahora.
Sí, estos de Lanzatopía no están completos del todo, yo también lo reconozco. ¿Es que acaso no tienen bancos? ¿Es que no piensan en el mañana? ¿Es que acaso se dedican a fornicar y a vivir como animales, sin proyectos de futuro, sin normas ni reglas? ¿Son acaso estos de lanzatopía unos hippies de esos? ¿Unos comunistas harapientos? La verdad es que no sabría contestar a todas estas preguntas. Yo estuve poco tiempo allí, y me quedaron muchas preguntas por hacer. Pero por lo que creí entender cuando trataron de explicármelo, a mí me pareció que ellos se preocupaban especialmente por poner énfasis en el “somos”, más que en el “tenemos”. Tenían posesiones, y no se podía decir que allí todo fuera de todos, ni que vivieran de cualquier manera. Porque aunque ellos se preocuparan especialmente de vivir su ahora, también ponían cuidado en que quienes vinieran después de ellos también pudieran vivir su ahora. Y que el ahora de los que vinieran después de ellos fuera aun más completo que su propio ahora. Y que el ahora de quienes vivían al mismo tiempo que ellos fuera un ahora tan provechoso como el suyo propio. Esto exigía cierta mentalidad especial, y cierta contemplación de normas difícilmente entendibles por nosotros. Así que no haré más esfuerzos por tratar de explicar algo que yo tampoco termino de comprender.
Simplemente concluiré diciendo que Lanzatopía existe. Es una isla, y yo la he visto.
chapapote
10:38 | 13 Junio 2006 | Permalink
Ni se me ocurre dudar de que exista Lanzatopía, como no dudo de la existencia de Dios ni de la reencarnación. El problema es otro para mí: que no logro interesarme o preocuparme por las cosas del más allá, que me quedo siempre en el más acá y rodeado de humanos de carne y hueso, que no es que sean muy maravillosos, pero es lo que hay. Así que yo, Lanzarote, aunque no dude que existe Lanzatopía.
Fu Mao
11:14 | 13 Junio 2006 | Permalink
NOSOTROS.
alfil
19:23 | 13 Junio 2006 | Permalink
¿Lanzatopía? Tú descuídate que te montan un parque temático con ese nombre en menos de nada. No des ideas. Lanzatopía Golf Resort.
PROFESOR MANDACOGLIONE
12:54 | 14 Junio 2006 | Permalink
Señor Marcet, me quito el sombrero.
Simplemente FANTÁSTICO.
Gracias
MAHOU 5 ESTRELLAS... UMMM
22:29 | 21 Junio 2006 | Permalink
Muy bonito, sí señor, tan sólo una pregunta: ¿Los hijos de una hiena y un chacal que hunden a los ayuntamientos con sus chanchullos y que se dan la vida padre a costa de los paganos (por eso de pagar) son también lanzatopeños? Sospecho que únicamente son hijos de una hiena y un chacal…
Fernando Marcet Manrique
14:23 | 1 Agosto 2006 | Permalink
Política en Lanzatopía.
Aunque ya di unas pinceladas de como eran y vivían las gentes de Lanzatopía en otra ocasión, quisiera esta vez centrarme en un aspecto de Lanzatopía especialmente relevante. La política.
¿Cómo son los políticos lanzatopeños? Esa es una pregunta muy difícil de contestar. Más que nada por que en Lanzatopía cada ciudadano es un político de facto. Como les será fácil entender, en un lugar donde hay tantos políticos como personas, resulta complicado hacer una generalización que los defina a todos. Algunos son consumados oradores y otros no, algunos son más desprendidos otros menos, algunos rechazan cualquier idea moderna solo por el hecho de ser moderna, otros en cambio son extraordinariamente permeables a cualquier novedad. En fin, que hay de todo.
Pero hay una cosa que sí tienen todos en común, en cuanto políticos y ciudadanos a un tiempo. Y es que en Lanzatopía todos intervienen, todos cuentan, todos hablan y todos son escuchados.
¿Y cómo lo hacen? me dirán ustedes. ¿Cómo pueden ponerse de acuerdo tantas personas a la vez, además teniendo en cuenta lo que hemos dicho respecto a su marcada diversidad de carácteres? ¿Es que no hay partidos políticos en Lanzatopía? ¿No hay elecciones? ¿Acaso tienen un parlamento al que acuden cotidianamente todos y cada uno de los lanzatopeños?
Son todas ellas preguntas razonables. Y muchas más que seguramente no se me ocurran en este momento. En cualquier caso estas son las cuestiones que a mí más me inquietaban y a las que traté de dar respuesta mediante ciertas pesquisas y no pocas conversaciones con lanzatopeños varios.
En primer lugar diremos que, efectivamente, en Lanzatopía no hay partidos políticos tal y como los conocemos nosotros hoy en día. Los lanzatopeños entienden que las ideologías de cada persona son demasiado complejas y únicas como para que ningún partido pueda enmarcarlas a todas. El hecho de que un partido pretenda significar una serie de valores y que un grupo de personas más o menos numeroso se identifique con esos valores lo ven los lanzatopeños como un atentado a la individualidad, un encorsetamiento, una sectarización que en ningún modo están ellos dispuestos a asumir. Son muy suyos estos lanzatopeños. Así que, tal vez, más que decir que en lanzatopia no hay partidos, en realidad habría que decir que en lanzatopía hay, una vez más, tantos partidos políticos como individuos.
Todo eso está muy bien, me dirán, pero ¿cómo se organizan? Porque de algún modo tendrán que ponerse de acuerdo todos ellos. Sin duda, y a este respecto viene lo más sorprendente. Digamos que todos ellos están organizados mediante una fórmula que permite a cualquiera de ellos, individualmente, hacerse oir por los demás. Ellos lo llaman, de forma muy rimbombante, la iniciativa legislativa popular, pero no viene a ser otra cosa más que el derecho de cualquier persona a formular una iniciativa, algo que le gustaría cambiar o que le gustaría que no cambiase en su ciudad. El promotor de dicha iniciativa lo único que tiene que hacer es conseguir un número de apoyos suficiente mediante un sistema de recogida de firmas, aunque ellos lo tienen todo informatizado y las firmas se recogen y computan mediante sistemas electrónicos. Con esto los lanzatopeños se aseguran de que solo las iniciativas que están secundadas por suficiente número de personas serán las que lleguen al último eslabón de esta cadena tan peculiar. Este último paso, precisamente, consiste en que dicha iniciativa, una vez alcanzado el número de firmas mínimo, sea votada por todos y cada uno de los lanzatopeños mediante referéndum vinculante. Es decir, que votan todos, y lo que se vota se hace. Sin más monsergas.
Pero no queremos obviar aquí otra cuestión sin duda importante. Porque el día a día de una ciudad requiere tomar decisiones constantemente, no se puede estar esperando a que uno presente una iniciativa, recolecte firmas y todo lo demás. Por muy informatizado y acelerado que esté ese proceso resulta inviable que las iniciativas vayan al mismo ritmo que las necesidades diarias de un colectivo tan numeroso.
Para resolver este tema, los ingeniosos lanzatopeños lo que han hecho es crear una Coordinación General. Un grupo de personas que son votados cada dos años y que en la práctica vendría a funcionar como el grupo de gobierno de cualquier municipio o pais. Pero esta similitud es solo formal. Porque si bien este grupo de personas se encarga de gestionar, junto con un montón de personas más, el día a día de la ciudad, es importante remarcar que todas sus actividades son extraordinariamente transparentes. En efecto, la transparencia es muy importante para los lanzatopeños. Gracias a esa transparencia cualquier ciudadano puede proponer una iniciativa con conocimiento de causa. Y gracias a esa transparencia la confianza de la ciudadanía respecto a quienes circunstancialmente ocupan puestos coordinadores no mengua jamás.
Suelen usar un símil con bastante frecuencia. En lanzatopía gustan mucho de identificar política y comida. Así, dicen cosas como “En comida, hay tantos paladares diferentes como comensales, por eso, si hemos de hacer una comida que hayamos de comer todos, lo mejor es que nos organicemos de la forma más racional y satisfactoria para todos” y también “ya que no podemos hacer una comida que guste a todos, ni podemos ser todos cocineros a la vez, lo mejor es organizarnos para que la comida sea del gusto de la mayoría, dejando expresarse a cualquier minoría eventual, pues las minorías no tienen por qué ser perpetuamente minorías. Además, el hecho de que a la mayoría no le guste el pescado no significa que tengamos que desechar el pescado como opción alimenticia. Por eso es importantísimo que haya continuo flujo de información, comunicación constante. Solo eso permitirá que, aun no gustándonos el pescado, decidamos comerlo alguna que otra vez aunque solo sea por los aportes vitamínicos y protéicos que contiene.” O también “a la hora de comer es importantísimo saber qué es lo que uno está comiendo, por eso es indispensable que nuestros cocineros trabajen tras vidrieras transparentes, para que quien quiera ver lo que están haciendo pueda hacerlo. E incluso si alguien desea interrumpir su trabajo porque no le gusta la pimienta o cualquier otra cosa también pueda hacerlo mediante un sistema ordenado y conveniente para todos.” “¿Por qué elegir un cocinero cada cuatro años que cocine lo que le venga en gana durante todo ese tiempo cuando podemos hacerlo de otro modo? ¿Por qué tener que aguantarnos con lo que este cocinero quiera servirnos durante cuatro años cuando podríamos organizarnos de tal modo que pudiéramos intervenir mucho más directamente en la elaboración de lo que va a ser nada más y nada menos que nuestro alimento diario?
Curiosa gente estos lanzatopeños.
Rosa Sánchez
22:47 | 1 Agosto 2006 | Permalink
Artículo que puede ser interesante para los cocineros de los Lanzatopeños:
http://www.linea-e.com/cuadernos/pdfs/numero12/la_democracia_existente.pdf
Fernando Marcet Manrique
13:19 | 2 Agosto 2006 | Permalink
Debo dar las gracias a Rosa por facilitarme la dirección del mencionado artículo. Acabo de leérmelo de arriba abajo y tengo que reconocer que ha sido una experiencia casi religiosa, como diría el otro. No había leído nada tan enriquecedor desde “ensayo sobre la lucidez”, con perdón para Jorge.
Me ha refrescado cosas que ya sabía, pero también me ha enseñado o más bien mostrado, elementos nuevos que incorporar a esa amalgama que uno va construyendo en su interior casi sin quererlo. Amalgama de la que a veces salen cosas buenas y a veces no tanto… ¿quién puede definir lo bueno y lo malo categóricamente?
Pero sobretodo, me ha hecho reflexionar mucho sobre algunas cuestiones. En este caso se trata de rereflexiones, pues no negaré que se trata de comida ya muchas veces masticada, aunque nunca lo suficiente, ni nunca con los mismos dientes. Que no son iguales los caninos y molares que tengo ahora que los que tenía hace años. Ni siquiera iguales a los que tenía ayer, o antes de leer este artículo.
Respecto al legado griego no puedo evitar rememorar el fenomenal libro titulado “el nombre de la rosa”, de Umberto Eco. Lo recomiendo encarecidamente, o en su defecto ver la película puede ser también una opción bastante buena, aunque no tan completa. La historia que Eco nos cuenta es la de una especie de detective y su discípulo que investigan una serie de extrañas muertes en un monasterio del medievo. Muertes que parecen girar en torno a libros de la Grecia clásica. Especialmente libros de Aristóteles.
Y es que dicha historia muestra como pocas lo que era el mundo de aquellos siglos. La vida de los monjes y frailes que fueron quienes se encargaron de transcribir con sus propias manos los textos de los griegos antiguos para que llegaran a nuestros días. ¿Y qué pasaba cuando se encontraban con textos que parecían atentar directamente contra aquello que era lo que más creían y ellos pensaban constituía su misma esencia? Pues sobra decirlo. En el mejor de los casos encerraban los libros en lugares secretos, perdidos para el resto de la humanidad. Las más de las veces simplemente quemaban los ejemplares.
Sin embargo, lo más habitual por aquellos entonces era elegir un camino intermedio. Es decir, realizar lo que hoy día llamaríamos “traducciones libres”. Eliminando frases, añadiendo algunas otras. Todo para que lo dicho por el Platón de turno no contradijera los preceptos cristianos imperantes.
Y hay que decir que cuando hablamos de aquello en lo que más creían no nos referimos solo a sus convicciones religiosas, sino también a sus ideales políticos. Y creo que sobra mencionar lo ligado que estubo el clero con la aristocracia y con la monarquía durante toda la edad media y aun mucho después. Así pues, si encontraban algún texto en el que se hablaba de la importancia de la intervención de los más pobres en la vida política, lo más frecuente era que obviaran dicho párrafo o lo cambiaran sustancialmente, pues sabían que si dichos textos llegaban a oídos del señor de turno aquello no iba a acarrear nada bueno.
A lo que yo voy, supongo que lo habrán adivinado, es que la Grecia que conocemos es la Grecia que superó la criba de varios siglos de oscurantismo medieval. Los Platones y Aristóteles que conocemos son los que aquellos monjes y frailes quisieron que conociéramos.
Todo esto, que podría parecernos incluso anecdótico, se trata de algo sumamente importante. Pues, como bien dice el artículo, la sociedad occidental, y más concretamente nuestra democracia actual, se sustenta sobre la Grecia Clásica. Pero la Grecia Clásica filtrada, no la verdadera. La Grecia Clásica que interesó a quienes gobernaron con mano de hierro durante cientos de años por toda Europa. Clero y Aristocracia.
Párrafos como este, escritos por una persona que influyó en gran medida en la naturaleza de la democracia que hoy conocemos, demuestran que el conocimiento de la historia fue parcial e interesado, lastrado por ideas preconcebidas ya tatuadas a fuego en el subconsciente colectivo a base de siglos de educación unilateral:
Las democracias han sido siempre espectáculo de turbulencia y de
disputa; siempre se han considerado incompatibles con la seguridad
personal o con los derechos de propiedad; y en general, han
sido de vida tan corta, como violentas en su muerte.
O este otro:
Cuando se dice, como comúnmente se dice, que la división fundamental
de poderes en los estados modernos se da entre el legislativo,
el ejecutivo y el judicial, el estudiante de las instituciones americanas
puede con justicia observar una excepción. La división fundamental
de poderes en la Constitución de los Estados Unidos se
da entre votantes, de un lado, y propietarios, del otro. Esta teoría
sobre la política americana no se expresa a menudo. Pero se actúa
de manera universal conforme a ella. Ha tenido las consecuencias
más fundamentales y de largo alcance sobre la política del país.
Para no mencionar más que una: ha permitido ensayar el experimento
del sufragio universal en condiciones muy distintas de las
que llevaron a la ruina a Atenas y a Roma.
Este último texto da por sentado que fue el sufragio universal la causa directa del desastre tanto en Grecia como en Roma. Para empezar, decir que la política romana era demócrata, sobretodo en los decenios previos a su caída, es mucho decir. Difícil será encontrar un imperio en el que la democracia tenga alguna cabida. Y Roma por aquel entonces era un imperio con todas las letras. Ni siquiera cuando no lo era podía decirse que el Senado romano era un organismo remotamente democrático.
Grecia sí. Pero una vez más, achacar la caída de Grecia a la naturaleza de su democracia es como mínimo una manipulación descarada. Contemplando el panorama existente por aquel entonces estaba claro que el poderío romano acabaría absorviendo a los griegos tuvieran estos el sistema político que tuvieran.
Por otro lado estoy absolutamente de acuerdo con la visión que se da en el artículo respecto al sistema político actual. La democracia de partidos es tal y como dicho texto señala.
Y por último, la propuesta que se ofrece me parece muy interesante. Lo de los cargos por sorteo era algo que personalmente ni siquiera me había planteado, pero es una opción a tener muy en cuenta. Sobretodo por esto que dice el artículo:
Puede adivinarse la oposición de la mayoría de la clase política a
un sistema mixto que complicaría notablemente su actividad, porque
terminaría con las mayorías estáticas que imponen su voluntad
durante cuatro años sin necesidad de acudir a ningún consenso ni a
razonar siquiera las decisiones tomadas. Y es en este campo, en el
del componente deliberativo de la democracia, donde esta propuesta
muestra sus principales virtudes, pues los políticos que gobiernan
tendrían que defender sus propuestas de forma razonada para
que fueran aprobadas, en una asamblea en la que carecerían de una
mayoría estable.
Sin duda introducir este elemento del sorteo entre todos los ciudadanos ayudaría a incentivar la participación y, sobretodo, acabaría con los pactos entre partidos, los acuerdos entre los de siempre para hacer y deshacer cuanto les viene en gana (hoy por ti y mañana por mí). Y lo de la corta duración de dichos puestos es sin duda un gran acierto. Por un lado intervendría más gente y por el otro se evitaría en cierta medida la “compra de voluntades”. Yo el único pero que le veo a esto es que no se podría obligar a quien no quisiera o pudiera ocupar un puesto de este tipo. Sin duda, lo de ofrecer un buen sueldo en un buen aliciente, pero aun así habrá quien prefiera mantenerse al margen porque no se siente preparado o por cualquier otro motivo. En cualquier caso yo no estaría a favor de que el resultado de dicho sorteo fuera inapelable.
Es este un magnífico ejemplo, además, de lo que podría ser una iniciativa a presentar en un mundo como Lanzatopía. Un lanzatopeño diría algo así: “la idea es magnífica, presenta la iniciativa, consigue las firmas de apoyo, que sin duda las conseguirás, y luego la votaremos entre todos.” Eso sucedería en Lanzatopía. Pero en el mundo real nos tenemos que limitar a seguir soñando, porque quienes deben aprobar este tipo de iniciativas son precisamente aquellos a quienes menos les interesa que algo así se apruebe.
Por eso, hay alguna gente que piensa que la única forma de implementar un sistema que permita una participación ciudadana efectiva, una democracia verdadera, es entrar en el sistema a través de un partido político. Un partido político que funcione exactamente de ese modo. Pero un partido político que no sería partido convencional, pues carecería de ideología o de programas electorales previos. Su existencia estaría únicamente encaminada a introducir en el sistema ese componente necesario para que cualquier ciudadano pueda presentar algún día una iniciativa como la de los cargos por sorteo. O cualquier otra que se nos ocurra, independientemente de que dicha iniciativa nos parezca de izquierdas o de derechas. Lo importante es que todos podamos intervenir, independientemente de que queramos hacerlo. Que tengamos ese derecho, aunque jamás le demos uso. Y que sea así independientemente de lo nacionalistas, conservadores, de centro, panaderos o béticos que seamos.
Fernando Marcet
21:23 | 3 Agosto 2006 | Permalink
Se me coló un estuvo con b. Tenía que decirlo, porque si no reventaba. La verdad es que duele a la vista.
Silvia
10:10 | 5 Agosto 2006 | Permalink
Espinoza, Tratado político: “Los filósofos conciben las pasiones, cuyos conflictos soportamos, como vicios en los que caen los hombres por su culpa. […] Y así conciben a los hombres no como son, sino como ellos quisieran que fueran. De ahí que, la mayor parte de las veces, hayan escrito una sátira en vez de una ética, y no hayan ideado jamás una política que pueda llevarse a la práctica, sino otra que, o bien debería ser considerada como una quimera, o bien instaurada en el país de Utopía o en el siglo dorado de los poetas, es decir, allí donde no hace falta alguna”.
nano
14:08 | 5 Agosto 2006 | Permalink
Pero si no hubiera habido filósofos que imaginaran mundos y maneras de vivir, ni siquiera diré mejores, hoy no existiría no ya la democracia, sino el estado de derecho en sí. Filósofos, como individuos que son, hay y ha habido para todos los gustos, y meterlos a todos en un mismo saco, eliminando de un plumazo la posibilidad de que ninguno de ellos haya dicho o escrito jamás algo válido o útil políticamente hablando es a mi entender un error. Porque en la filosofía no son tan importantes las respuestas como las preguntas, no tanto las soluciones imaginadas como los planteamientos que llevaron a tales soluciones. Un mundo sin filosofía, igual que un mundo sin poesía, sería un mundo absolutamente previsible y prosaico. Un mundo en el que las utopías fueran sistemáticamente censuradas o prohibidas sería un “mundo feliz” de aldous huxley, en el que nadie se plantearía que la vida actual pudiera ser distinta de la que es, fuera esta cual fuera. Rechacen las utopías, pero no dejen de imaginarlas.